La razón es que está en juego el patrimonio; la profesionalización es básica para su crecimiento
l término empresa familiar sigue siendo desconocido inclusive en el ambiente financiero y de negocios en el país, aseguró César Dabián, director general de la marca Emprendiendo, franquicia dedicada a fomentar la cultura emprendedora en México.
Dabián sostuvo que las empresas familiares deben de entenderse de manera diferente a todas las demás. “Tienen un trato especial que cualquier otra empresa privada o pública, 95% de las 65 mil empresas medianas y grandes en México son familiares y 50% de las que son públicas están controladas por familias.
“El anterior es un dato importante, la empresa familiar en cualquier economía del mundo es el sector dominante, cuando alguien planea iniciar un negocio, de manera natural se piensa en la familia, es la primera opción viable para que padres, hijos, hermanos o primos, sean nuestros socios y colaboradores, especialmente en las culturas latinas”, destacó.
Dabián dio a conocer que las empresas familiares tienen el doble de probabilidades de salir adelante que las que no lo son, “las estadísticas dicen que de las empresas familiares que sobrevivieron a los tres primeros años, 30% llegó a una segunda generación, 15% a la tercera y 10% a la cuarta generación, si hablamos que cada etapa dura 25 años, entonces estamos frente a una empresa de 100 años de existencia”, dijo el empresario.
Destacó que la razón fundamental por la que crecen y permanecen este tipo de empresas es porque en ellas, no sólo está en juego un ingreso o un sueldo sino el patrimonio de la familia, por ello lo que las hace durar es la perseverancia.
Dabián sugirió que para que una empresa familiar crezca y perdure lo ideal es que logren la profesionalización a través de experiencias propias y adquiridas y de herramientas globalmente disponibles.
Expresó que esto se da en gran parte porque en Europa la familia interviene directamente en la operación de la empresa y en México son únicamente accionistas, se dedican exclusivamente a recibir ganancias sin intervenir en su desarrollo.
Sostuvo que las empresas que han llegado a una segunda generación deben formularse tres preguntas básicas para salir adelante. “Debemos de cuestionarnos, ¿qué bien estamos construyendo para la familia con esta empresa?, ¿los propietarios somos los directivos adecuados?, ¿somos los dueños adecuados? Y todo esto bajo el siguiente razonamiento: el éxito de una empresa familiar depende del éxito de la propia familia y de las relaciones que existan entre ellos”.