En algunas de las tumbas se reza el rosario en voz baja y llega el olor a incienso, mientras al lado familias con pétalos de flores, globos y papel picado les dan color.
Con cerca de 18 años, Jardines del Tiempo es el más nuevo en la ciudad, allí tres músicos rondan entre las tumbas cantando “Un puño de tierra” y “Nadie es eterno”, además de cuanta canción les piden para honrar a los difuntos.
“Sufrirás, llorarás mientras te acostumbres a perder, después te resignarás cuando no me vuelvas a ver”, cantaron los músicos.
“Es volver a revivir y recordar a nuestros seres queridos”, dice Ofelia Baliño en la visita a su abuela fallecida hace tres años. “Es dolor y alegría”, cuenta María Guadalupe Murillo, que visita a su mamá.
Manuel Antonio Robles no olvida a su amigo, fallecido cuando ambos vivían en Estados Unidos. Prometió llevarle mariachi a su tumba que le cantaran “México lindo y querido”.
Ayer cumplió su promesa en el panteón Jardines del Tiempo.
Muchas historias se entretejieron ayer en los cementerios públicos, privados y de las comunidades rurales de León.
“Es un día para recordar a los seres queridos. Un día en que nos reunimos a familia para recordar a nuestros seres que han dejado este mundo”, señaló María Soledad Márquez, quien llevó flores a la tumba de su madre.
Ríos de gente llegaron a rendir tributo a sus seres queridos fallecidos.
No faltaron los mariachis, los tríos, los troqueros y hasta los trovadores solitarios que ofrecían canciones.
Los mariachis cobraban 140 pesos por pieza musical, mientras que los trovadores la cobraban a 20 pesos.
Como cada año el día favoreció a los comerciantes, o a quienes se emplearon para limpiar las tumbas por 20 pesos, y en las inmediaciones de los cementerios franeleros ofrecían por 15 pesos los espacios para estacionarse.
Acompañan todo el día a sus difuntos
Bien preparados para pasar todo el día en el panteón, los leoneses se llevaron hasta las tortas; en las canastas y bolsas de plástico no podían faltar tacos dorados, sándwiches y el refresco de cola.
“Mi papá murió hace dos años y medio, le dio cáncer en la próstata. Preparamos unas tortas de jamón y queso. Vamos a rezar y ponerle unas canciones”, dijo María Gómez.
Algunos llevaban sillas o bancos plegables para quedarse hasta las 8 de la noche, cuando cerró el panteón municipal norte.
“Mi esposa viene a visitar a su papá y a su hermano. Venimos a convivir aquí todo el día hasta las 8 de la noche”, dijo Manuel Villegas.
A este panteón acudieron ayer más de tres mil personas para visitar a sus difuntos.
Las familias decoraron las tumbas de sus seres queridos con flores artificiales y naturales, tantas que en algunos casos no se podía distinguir el nombre de la lápida.
“Venimos a ver a mi suegro que falleció hace un año de un tumor. Ha sido un proceso muy difícil para mi esposo, por eso llegamos temprano para traerle algo de música”, mencionó Yolanda A.
Visitan catacumbas
Jéssica Collazo, de 11 años, no conoció a su abuelita paterna, pero ayer le llevó una flor y la colocó en su cripta en las catacumbas del templo Expiatorio.
Al igual que Jéssica decenas de personas visitaron a sus fallecidos en las criptas del santuario diocesano del Sagrado Corazón de Jesús, dentro del templo Expiatorio; colocaron globos, flores, vírgenes de papel, fotografías, cartas y rosarios.
Ayer se podían escuchar los rezos a lo largo de los pasillos, se permitió la entrada a los visitantes desde las 10 de la mañana pagando una cuota de 5 pesos.
Al entrar a las criptas una de las encargabas comentaba: “Aquí no es un museo, tampoco panteón, sino un camino para hacer una reflexión, un lugar santo”, y pedía respeto para el lugar.
“Venimos a visitar a mi mamá que falleció hace 12 años, venimos a rezarle una oración y pedirle que nos cuide a todos, hoy es una fecha triste porque recordamos el día que falleció, y que es la gente que uno quiere sigue con nosotros aunque físicamente no… hay que venir a visitarlos un día como hoy”, dijo Alejandro Collazo, papá de Jéssica.
Dijo que cuando su mamá falleció Jéssica aún no nacía y hoy sólo la conoce por fotografías.
“Vamos a visitar a mis papás y mis abuelos, que sepan ellos que no los hemos olvidado y que son personas que siempre vamos a recordar, ellos me inculcaron esto y ahora yo se lo enseño a mis hijos y mis nietos”, dijo Blanca Ávila.
La mamá de Blanca falleció hace cinco años y su papá hace 15, en las criptas también están sus tíos que tienen mucho más tiempo.
Blanca Leticia Rocha Ávila, hija de doña Blanca, dijo: “Cada año venimos, desde que estaba chica; nos traen y ahora yo traigo a mi hijo, hacemos un momento de oración y los visitamos, hoy es un día muy especial porque los recordamos y queremos estar un rato con ellos”.
Por su parte, Lourdes Tavera Moreno, originaria del Distrito Federal, ayer sólo visitó y conoció las criptas del Templo Expiatorio acompañada de sus hijos y su esposo.
“Apenas nos venimos a vivir aquí a León, aquí se me hace un lugar con cierta energía, además es un día propicio para visitar y lo estoy haciendo con mi familia”, dijo.